“Hace tiempo que necesitaba un cambio en mi vida. De niño había imaginado mi futuro de forma muy diferente: trabajando como abogado de una gran firma, con clientes de renombre y lujosos deportivos. Pero, el turno de oficio me devolvió a la realidad más cruel: honorarios exiguos, clientes indigentes y muchos viajes en Metro. Decidido a promover la conservación de los bosques, cerré el despacho de la noche a la mañana, y empecé a soñar con mi nueva vida de activista del medio ambiente y radical del partido ecologista. Sería protagonista de portadas y cumbres del clima a lo Greta Thunberg, me ataría a los árboles, y vestiría solo ropa de procedencia sostenible.
Pocos meses después, un nuevo baño de realidad me despertaba de aquel sueño. En la planta de reciclaje donde trabajo me llaman el abogado verde, y valoran muchísimo mi asesoramiento sobre gestión de residuos en el hogar”.